viernes, 17 de febrero de 2012

D'Love -Capítulo III-

Su definición del amor



°Sam°

Para mi, la definición del amor es... felicidad y tristeza. Si, tal como lo dice; un sentimiento que te causa tanta alegría como dolor... pero que aun así no quieres deshacerte de él, esa es mi definición del amor.

Soy una pervertida-loca-friki-ególatra-bipolar-lépera, pero... ¿eso a quién le importa?...

Son las 7:50 am, me encuentro en la parada del autobús para ir a clase... ¡Espera! Antes de seguir, tengo que sacar mi libro... verán, para causar una impresión de chica "cool" en los pasajeros de este autobús he decidido algo súper genial.
Subiré al autobús con un pequeño libro en la mano, le pagaré al chofer y tomaré mi boleto sin prestar mucha atención ya que... "estoy completamente concentrada en mi libro", entonces tomaré asiento en un lugar cualquiera, así todos pensarán "Oh, además de ser bonita es culta". Después de eso esperaré a que una viejita se suba y daré un pequeño vistazo sin que nadie se de cuenta, para ver si no hay asientos disponibles... entonces con una actitud muy fría y sin despegar mis ojos del libro me pararé de mi asiento y se lo cederé a la viejita, así todos pensarán ahora "¡Vaya, es la chica perfecta! ¡Bonita, culta, seria y también educada!" ¡Soy genial! ¿No es así?

30 minutos después... ya en el salón de clase...

-Oooow... soy tan genial. -Pensaba mientras miraba por la ventana que se encontraba cerca de mi asiento.- Debería de armar más planes como ese. Y pensar que todo fue un éxito.
-¡Sam! -Exclamó una chica de cabello café ondulado, de ojos color miel y piel pálida, pálida.
-Dana... -Solté al momento que reaccionaba a su llamado.
-Te extrañé tanto. -Cuando llegó a mi lugar me dio un gran abrazo y un beso en la mejilla.- Fueron tres días sin vernos...
-Si, es verdad... -Levanté mi mochila, la cual había puesto a un lado y saqué una libreta de adentro.- Espera, Dana... -Dije cuando veía que esta se iba a saludar a otro de nuestros amigos que estaba llegando.- ¿Me pasas la tarea?
-Si, toma mi carpeta busca entre las hojas.
-Ok. –Respondí animada.
-Ey, estúpida. –Soltó uno de mis amigos que estaba llegando.
-¿Que quieres, cabrón? –Pregunté con el mismo tono altanero.
-¿Te acuerdas de la chava del salón de a lado?
-Ummm… no. –Dije con un tono de desinterés.
-Aquella que según tú nunca iba a aceptar salir conmigo.
-¡Aaaahhh! –Anuncié al momento que me llegaba a la mente la imagen de aquella chica de cabello largo, largo y café, con ojos del mismo color y una cara “pasable”.- Si, si la recuerdo… -Dije mientras volvía a concentrarme en la tarea.- ¿Qué pasa con ella?
-Pueeees… aceptó salir conmigo.
-Ooooh… debe de estar ciega o debe de ser muy estúpida.
-Vete a la mierda.
-De allá vengo.-Respondí seguido de una seña obscena.

Segundos después entro nuestro profesor de la primero asignatura. Como siempre yo no prestaba atención a su clase por quedarme mirando por la ventana y por desgracia se percató de esto.

-Samantha. –Espetó el profesor y como era obvio todos voltearon su mirada hacia mí.
-¡Que no me diga así! –Pensé molesta.
-¿Podrías repetirme lo que dije acerca de William Shakespeare?
-Ummm… -Solté nerviosa. –Que… ¿Ya se murió?
-Si, Samantha, eso todos aquí presentes lo sabemos.
-¡Yo no lo sabía! –Exclamé con un tono fingido de estupidez. -¡Pero gracias a usted ahora lo sé! ¡Vaya, que buen maestro es!
-Fuera. –Dijo con un tono cortante mientras señalaba rápidamente hacia la puerta y después regresaba a explicar sobre la clase.
-Que lo jodan. –Murmuré para que no me escuchara y después salí del salón. –Bueno… supongo que así está bien. Después de todo, sus clases son muy aburridas y de todas maneras siempre apruebo los exámenes.

Caminaba de un lado a otro por los pasillos del edificio intentando matar el tiempo en lo que acababa la clase. Cuando de pronto vi a alguien que siempre sirve para divertirme un rato.
Era Ana, la chica popular, la reina del cielo y la tierra, la imagen de la belleza. La Diosa Ana. Una chica con un carácter peor que el de Gabrielucho cuando sin querer desconectas el cable de la televisión en mitad de un partido de fútbol y más si es un clásico como: Barcelona vs. Real Madrid. Él siempre dice que Real Madrid es mejor que Barcelona y yo le respondo que como quiera el Barca siempre gana, creo que eso le molesta. Tal vez debería dejar de hacerlo enojar con el fútbol. Si, bueno… como iba diciendo. Ana es superficial, egoísta, mala, soberbia… así como yo… pero ella si lo demuestra. Es por eso que hacerla enojar me es muy divertido.

-Sam… veo que hoy también viniste. –Miró hacia sus espaldas y había un grupito de 5 rémoras… perdón, compañeras, detrás de ella. –Felicidades, llevas una racha de dos semanas sin faltar a clases. –Aplaudió y todo su séquito… digo, grupo de amigas hizo lo mismo.

Que conste que ahora yo no empecé nada, pero estamos de acuerdo en que no puedo dejar que me moleste, ¿Verdad?

-Es que si no veo tu hermosa cara seguido no puedo respirar. Ya sabes… por eso de que traes todo el oxígeno del planeta en tu cabeza ya que algo tenía que sustituir tu falta de cerebro.
-Que te quede claro que si no me defiendo es porque no quiero rebajarme a tu nivel.
-Ya invéntate otra, ¿No? –Le di la espalda y comencé a caminar. –Eso lo dicen todos los idiotas. –Giré un poco mi cuerpo para verle la cara.
-Y también porque eres una lépera maleducada. –Secundó a su “argumento” con una mirada llena de ego.
-Prefiero ser eso a alguien como tú. –Espeté recordando a aquellas personas que Ana había hecho llorar solo por gusto.
-Ya quisieras ser como yo. –Dijo como si de verdad eso fuera algo bueno.
-¿Alguien que discrimina, trata mal a las personas que la quieren, se cree superior, es una hueca y para colmo no tiene verdaderos amigos? No, gracias… no tengo interés alguno en ser alguien así. –Expuse como línea final mientras caminaba con aires de grandeza de nuevo hacia el salón.

Si hay personas que realmente desprecio en este mundo (después de a los hombres que maltratan a las mujeres) son aquellas que pisotean los sentimientos de los demás, y Ana es una gran maestra en esto. Cree que el suelo no la merece y que por eso los simples mortales como nosotros tampoco debemos de mirarla. Por eso es que me gusta molestarla, porque realmente no me agrada para nada.
Regresé a mi salón de clases después de un rato ya que mi espía de la clase me envió un mensaje de que el profesor de había ido ya.

-Aún me faltan tres clases. –Pensé sin entusiasmo.
-¡Sam! –Exclamó Dana quien estaba junto a todo mi grupo de amigos.
-Ah, ¿Están armando un complot contra el maestro?
-Eso quisieras tú. –Dijo Jesús, el chico con el cuál había hablado en la mañana.
-Si, bueno… ¿Entonces de que están hablando?
-De como desde que entramos a universidad nos cayó la maldición de la soltería. Creo es por tu culpa.
-¡Que cruel! –Grité molesta. –Aunque tal vez es cierto.
-Es cierto que no he andado con nadie desde que nací. Pero no es para que crean que les pasé una maldición o algo así. Aunque ahora que lo pienso. –Miré a Jesús que me veía con curiosidad. – ¿No me dijiste en la mañana que la chica del salón de alado te había aceptado una cita? –En ese momento me dio la espalda y se fue indignado.
-Al parecer la chica canceló la cita porque alguien “mejor” la invitó a salir… o eso fue lo que Jesús nos dijo que ella había dicho. –Dijo Marco, otro de mis amigos. Un chico de cabello negro y tez morena, con un cuerpo robusto sin llegar a gordo.
-Ya veo. –Me senté en mi lugar y miré en dirección a donde se fue Jesús. –De seguro se le pasa al rato.
-Eso dices tú. –Respondió otra chica de cabello del mismo color que el mío pero el de ella largo y ondulado. –Pero la verdad es que si le gustaba bastante.
-Vamos, Laura… ¿Qué eso no pasó con las 10 anteriores? –Expuse con un tono burlón mientras todos me miraban. –Si ese cambia de chava como de calzones. –Todos soltaron una pequeña risa y después Laura volvió a hablar.
-Pero es que esta en serio, en serio le gustaba… Con decirte que hasta le mandaba mensajes todos los días y en la cita que iban a tener tenía pensado pagar TODO.
-Oh, vaya. –Solté mientras aplaudía despacio. –Eso si es digno de recordar.
-¿Verdad?
-Como sea… de seguro en unas semanas… o meses se le pasa. –Dije tranquila y todos voltearon a verme. -¿Qué?
-¡Eres de lo peor! –Exclamaron Marco y Laura al unisono mientras los demás suspiran o miraban al techo con decepción.

Moraleja 3: Nunca digas lo que realmente piensas de los fracasos amorosos de un amigo delante de los demás.

domingo, 12 de febrero de 2012

[Original] Barniz de Colores Cap. 6/??

Mi querido hermano



°Hino°

Recuerdo que ese fue el mejor verano de mi vida, lo recuerdo porque está grabado en mi corazón…
Cada vez que mi mamá me gritaba, corría hacia el parque más cercano a esconderme para que nadie me viera llorar, pero un día... mi esfuerzo fue en vano.

-¿Porque lloras? -Preguntó una extraña niña de cabello lila y ojos grandes color miel.
-Porque... mi mamá... me gritó. -Respondí entre lágrimas algo molesta ya que mis esfuerzos por no ser descubierta habían sido en vano.
-¿Sólo por eso? ¡Vaya, eres un niña llorona! -Parloteó la desconocida mientras tomaba asiento a mi lado.
-¡Cállate! ¡Me duele mucho cuando me grita! -Grité aún más molesta que antes.
-Ya veo... -Contestó tranquila.- Aún creo que eres una niña llorona... pero me quedaré aquí... sentada contigo... hasta que dejes de llorar, y tomaré tu mano para que no tiemble. -Hizo lo que había dicho y después recargó mi cabeza en su hombro.

-¿Quién eres? -Solté después de un rato de haber estado ahí con ella.
-Mi nombre es Lilan. Lilan Sakuramori.-Dijo con una gran sonrisa.
-¿Es por tu cabello?
-No, la verdad es que cuando nací, los familiares y amigos de mis padres llevaron muchas flores a su habitación, y uno de ellos llevó un ramo de lilas. Dice mi mamá que las únicas flores que yo veía eran esas, podía pasar horas y horas pero mi mirada no se quitaba de esas flores. Cuando mi mamá decidió darme una pequeñita para tocarla sólo un momento, ella dice que pudo ver como una pequeña sonrisa de formaba en mi rostro... a pesar de ser una recién nacida... me sentía feliz con esa flor. ¿Es extraño, no?
-Bastante... pero lindo también.
-Si. Lo es. –Se levantó del suelo y me tendió una mano para que lo hiciera yo también.- Ahora que lo pienso, ¿Cuál es tu nombre?
-Oh, cierto… me llamo Hino. Gusto en conocerte.


-Desde ese entonces eras rara, Hino. –Me dijo Saki mientras caminábamos por el pasillo para ir a clases después de haber almorzado.
-Lo sé. –Solté después de reír.

Los recuerdos de aquel verano después de conocer a Saki me vinieron de nuevo a la mente. Después de habernos conocido en aquel parque, Habíamos quedado que volver a vernos, y al siguiente día; ella estaba ahí, pero yo venía con alguien más.

-Hino… -Dijo al verme.
-¡Saki! –Exclamé mientras caminaba junto a aquel que era desconocido para Lilan.- ¿Has esperado mucho?
-No, la verdad es que acabo de llegar. –Giro un poco la cabeza para alcanzar a ver a la persona que venía conmigo.
-Ah, lo siento… no te lo he presentado. –Me hice a un lado para que lo viera bien y después lo señalé con la mano.- Él es mi hermano. Rick.
-Me llamo Lilan. –Le dijo a mi hermano.
-Mucho gusto… soy el hermano mayor de Hino, Rick Samika. Ayer me platicó sobre ti, tenía muchas ganas de conocerte.
-Ya veo. Como sea, dejemos las presentaciones de lado… ¡He encontrado un riachuelo! ¿Qué tal si vamos ahí por un rato?

Minutos después no encontrábamos en el lugar que Lilan nos había dicho. Los tres nos quitamos los zapatos y como yo tenía vestido, tuve que agarrar los lados y tener siempre alzado.

-¡Toma, Hino! –Gritó Lilan cuando me lanzó agua.
-¡Saki! –Me cubrí la cara inútilmente ya que a final de cuentas terminé mojada.- ¡Aaaahh, Rick ayúdame! –Lo miré y pudo ver una gran sonrisa en su rostro cuando él también se preparaba para lanzar agua.
-¡Lo siento, Hino! –Exclamó al momento que me echaba agua.
-¡Son uno… son uno… ahora verán!

Fue un gran rato, los tres jugábamos en el agua y dejamos pasar el tiempo. Al cabo de un rato decidimos salir del agua y nos quedamos sentados a la orilla.

-Gracias por traernos aquí, Lilan. –Dijo Rick mientras sonreía hacia el frente.
-No, no es nada. –Recargó las palmas de sus manos en el suelo que estaba detrás de ella y miró hacia el cielo.- La verdad es que hubiera sido aburrido si venía yo sola. Gracias a ustedes por venir conmigo. –Sonreí al verla y después miré en dirección apuesto. Había una pequeña ardilla mirándonos.
-¡Miren una ardilla! –Me levanté rápidamente del suelo y corrí hacia ella. Entonces escuché las voces de Lilan y Rick gritando “¡Cuidado, Hino, debajo de ti!” -¿Eh? –Donde yo iba a pisar había un pequeño pedazo de vidrio apuntando hacia arriba.

-¡ME DUELEEEEE! –Grité cuando Rick me sacó el pedazo de vidrio del pie.- ¡Me duele, me duele, me duele, me duele, me duele, me duele!
-Hino… quédate quieta si no te dolerá más. –Dijo Rick con su tono paciente de siempre.
-¡Así es, Hino! –Exclamó Lilan mientras se levantaba rápido del suelo. -¡Esperen aquí, iré a buscar algo para curarte! –Se fue corriendo como si no hubiera mañana. Rick y yo tan solo aguardamos mientras ella llegaba.
-Está vez si que has hecho una grande, Hino.
-¡Lo siento! –Comenzaron a salir lágrimas de mis ojos y el tan solo guardo silencio mientras las limpiaba una por una. –Hermano…
-¿Qué pasa? –Preguntó con una sonrisa en el rostro. Esa sonrisa que siempre me aliviaba y calmaba. Rick siempre fue así; tranquilo, alegre, paciente, inteligente. ¡Todo lo que yo quería ser! Al principio sentía celos de él, después eso cambió y se convirtió en admiración… pero antes de que me diera cuenta, ya era amor.
-Los hermanos no pueden casarse, ¿Verdad? –Pregunté avergonzada. Podía sentir claramente como mis orejas cada vez estaban más calientes.
-Umm, ¿Por qué lo preguntas?
-Porque yo… -Me acerqué lentamente a él y lo tomé por los hombros. –Te amo, Rick. –Sin pensarlo dos veces cerré los ojos y le robé un beso, lo cuál tuvo sus consecuencias. –Li… -Solté una vez abrí los ojos y vi como mi amiga estaba parada con las cosas para curarme en brazos. –Lan.
-Hino, Rick. –Murmuró lentamente con una mirada totalmente confundida.
-¡Ah, ah, ah, ah! –Soltó Rick nervios mientras intentaba buscar una excusa, cuando de repente Lilan soltó todo lo que traía en brazos y corrió a taparle la boca.
-¡No digas nada! –Exclamó con los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas. -¡No necesito explicaciones! –Quitó su mano de la boca de Rick y se alejó un poco. Después nos miró a ambos y siguió hablando. –Si ustedes se quieres… no necesito explicaciones. En eso no se basa el amor.
-Lilan… -Dije sin pensar al escuchar las palabras de mi amiga.
-Lo siento por interrumpirlos, les juro que no fue mi intención. –Expuso con la mirada baja. Comenzó a correr dejándonos atrás…
-Lilan… -Soltó Rick con una tristeza que pudo verse a kilómetros. ¿Por qué? ¿Por qué, Rick? ¿Por qué Lilan?