Recuerdo que desde que era pequeño, mi padre siempre me
recriminó algo en especial, y era que siempre dejaba las cosas a medias. Por
ejemplo, el fútbol, que empecé a practicarlo a los 8 años, pero lo dejé a los
10, ya que mi hermano, un año después de que yo iniciara, inicio él y con
facilidad me supero. Obviamente a nadie le gusta ser se la sombra de alguien
más, y mucho menos si ese “alguien” es tu hermano menor. Nunca le conté mis
motivos a mi padre, tan sólo lo dejé.
Otro caso es el de las clases de guitarra, las cuales
comencé a los 13. Estaba realmente entusiasmado con eso, ya que la chica que me
gustaba en aquel entonces, me había dicho que le gustaban los guitarristas.
Prácticamente le rogué a mi mamá para que me pagara las clases (¡Jaja!) y
cuando finalmente aceptó, me sentí el hijo más afortunado del mundo. Asistí
solamente dos meses; el maestro no me dijo nada, pero por su trato me daba
cuenta de que no tenía talento. Tardé más que los otros en aprender lo básico y
cuando finalmente pude tocar bien una canción, era tan vacía, no despertaba
nada, ni siquiera en mí… así que dejé las clases de guitarra.
A mis 15 años conocí a un chico, se llamaba Juan, y en poco
tiempo se convirtió en mi mejor amigo. Pasaba con él gran parte de mi tiempo y
eran ratos geniales, que por siempre se quedarán en mi memoria. Cuando salimos
de la preparatoria, se mudó a otro estado, y a pesar de que dijimos que nada
cambiaría entre nosotros, todo cambió. Ya no era lo mismo, después de todo
estábamos a más de 200 km. de distancia. De nuevo había dejado las cosas a
medias, pero esta vez en serio me había dolido.
Hace poco conocí a una chica, de la cual me he enamorado
perdidamente y ella me ha correspondido. Es la primera vez en toda mi vida que
no quiero dejar a medias algo, pero al parecer esta escrito que nunca podré
seguir con nada. Ella se va mañana a estudiar a París, le dije que la
visitaría, pero… ¿cada cuando podré hacer eso?, ¿no terminará pasando lo mismo
que con Juan?
-No tenemos que terminar. –Dijo el día que me confesó que se
iría.
-Si, es verdad. Podemos seguir, aunque sea a distancia.
–Respondí con el corazón destrozado.
Hoy es el día, finalmente se va el amor de mi vida. No
debería estar tan triste, después de todo no es como si nunca más nos fuésemos
a ver o como si nuestro amor terminara. No tengo porque estar triste…
Algo se cruzó por mi mente.
-¡Espera! –Grité solo en mi habitación mientras pensaba.
Tomé rápidamente las llaves de mi auto y salí de casa corriendo.
Lo había entendido, ¡finalmente lo había entendido!
Llegué al aeropuerto y bajé del auto rápidamente. Comencé a
buscarla entre la multitud, según me había dicho, su vuelo salía en 30 minutos.
¡Ahí está!
Logré ver su cabello cenizo entre los de las demás personas.
Corrí tan rápido como pude, y antes de que se alejara más, puse bruscamente mi
mano en su hombro.
-¡¿Qué haces aquí?! –Pregunto con la más grande de las sorpresas.
-Quiero terminar. –Solté apenas recuperaba el aliento.
-¿Eh?
-Lo estuve pensando y creo que es lo mejor. Lo siento.
-No… perdóname por irme. –Expuso intentando encontrar
consuelo en mis ojos. –Entonces aquí termina.
-Adiós. –Dije esperando no llorar. Le di el abrazo más
fuerte y lleno de amor que pude haber dado, me aferré a ella e hizo lo mismo. –Cuídate.
-Adiós. –Dijo, con el mismo tono que yo.
Nos soltamos y se alejó lentamente. –Gracias…
Caminé hacia mi auto. Pensando en que tal vez no había sido
la mejor decisión, pero luego recordé a Juan y de como habíamos prometido
seguir siendo los mejores amigos, de como no habíamos cumplido nuestra promesa.
Me di cuenta de algo… nada nunca queda a medias.
Cuando dejé el futbol y la guitarra, fue para siempre, ya
que no volvería a hacerlo. Cuando Juan se fue, nuestra amistad había acabado.
Todas las cosas que siempre había creído dejar a medias, en realidad, les había
dado un fin, pero nunca me di cuenta de ello, por eso es que todo, en su
momento, había acabado así. Decidí terminar con ella, para así darle un fin
apropiado a esto, porque la amo y no quiero que lo nuestro acabe como el fútbol
o como la guitarra, lo pensé antes… que aunque estuviera lejos no dejaríamos de
amarnos ni tampoco sería imposible vernos de nuevo, es lo mismo ahora. Prefiero
que todo termine, así, por mí mismo, lo prefiero a que sea el tiempo quien lo
destruya… llámenme idiota, pero así, no importa cuando años tengan que pasar,
mientras tenga un fin…
Siempre habrá oportunidad de un nuevo comienzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario